Wednesday, September 2, 2009

El Conclave (Eleccion de los hombres y no de Dios)

Este blog tiene la intención de descubrir mas alla de la cortina de humo puesta por la religión romana y adentrarnos a los detalles que estan en existencia, tangibles, accesibles, para que podamos descubrir si nuestra religión tiene la genuina doctrina, predicada por nuestro Salvador Jesucristo y sus Apóstoles desde el siglo I. Agradezco a Dios haber encontrado quien me haya dicho cual era el camino de paz y salvación. Y me haya sacado de la perdición en que yo andaba. Admiro la veracidad y nobleza de la doctrina que predica el [A. de J. S.J.F.] que me libro de la ceguera espiritual con que el catolicismo me tenia envuelto; que Dios lo bendiga.

Acompañame a descubrir el tema de:

El Conclave

En la Historia de los Papas y los Reyes de Mauricio de la Chatre en el Tomo II p. 80 habla de la Inmoralidad de los candidatos a la silla papal.

El Cardenal Rainerius o mejor conocido como Pascual II fue elegido papa por los cardenales, los obispos, otros eclesiásticos y los más notables de la ciudad…
Menciona que le invistieron con la capa escarlata, y la tiara, lo llevaron a caballo por la ciudad hasta la puerta del palacio de Letrán, le ciñeron un cinturón en el cual se hallaban unas llaves suspendidas y siete sellos, se le coloco en varias sillas para mostrar públicamente los indicios de su virilidad, después de estas pruebas se le dio el báculo pastoral y tomo posesión del trono papal; y al día siguiente fue consagrado.
[Historia de los Papas y los Reyes de Mauricio de la Chatre en el Tomo II pp. 264-265]

Como vemos en el parrafo que que escribe el respetable autor Mauricio de la Chatre, nos esta describiendo una de las condiciones que debia de llenar una persona para ocupar el trono papal. me pregunto si en la actualidad eso hicieron con el papa Benedicto XVI cuando lo eligieron los cardenales en la capilla sixtina??
Respetable lector, esta informacion la lei y la estoy escribiendo en este espacio, puedes acudir a cualquier biblioteca publica en tu localidad -especialmente en Mexico-, donde puedes sacar fotocopias de los libros originales que nos cuentan la historia.

Clemente VI, papa #204
Antes de morir a ruegos de los cardenales ordeno que durante el conclave durmieran en cuartos separados, también que dos jóvenes pajes estuviesen al servicio del cardenal, también que durante el conclave se les sirviese comida. Esta ordenanza causo que los cardenales aprovecharan para meter a sus queridas al conclave con el disfraz de pajes o a sus mancebos disfrazados de sacerdotes.
Seis días después de haber muerto Clemente VI, propusieron al venerable Juan de Birelle general de los Cartujos, pero la mayoria de los cardenales lo rechazo, diciendo que no querian un hombre humilde, casto y rigido para gobernar la iglesia.
[Historia de los Papas y los Reyes de Mauricio de la Chatre en el Tomo II pp. 278]

Como leemos aqui, notamos que los cardenales aunque se vistan de seda, mona se quedan. La vestimenta de purpura que tienen no los hace santos y mucho menos dignos de elegir a un hombre de Dios, a lo que se me ha ensenado por medio de las escrituras sagradas, he comprobado por medio de la logica y la razon escritas en la biblia, que solo Dios elige a sus Enviados, o Profetas, o Apostoles; unicamente el y su Hijo Jesucristo han elegido. esto no es nuevo, tu lo puedes comprobar leyendo las santas escrituras.

Utensilios para el Conclave
Una mesa, una silla, un escabel. Un asiento para descargar el estómago. Dos orinales, dos servilletas pequeñas para la mesa del señor [cardenal].
Doce servilletas pequeñas de mesa para el mismo señor y cuatro toallas de mano. Dos
trapos pequeños para secar las copas. Alfombra. Un cofre
o caja para la ropa del señor, sus camisas, roquetes, toallas
para secarse el rostro y un pañuelo. Cuatro cajas de dulces
para provisiones. Un vaso de piñones azucarados. Mazapán.
Azúcar de caña. Bizcochos. Un pan de azúcar. Una balanza
pequeña. Un martillo. Llaves. Un asador. Un alfiletero. Un
juego de escritorio con cortaplumas, pluma, pinzas, junquillos
y portaplumas. Una mano de papel para escribir. Cera
roja. Una jarra de agua. Un salero. Cuchillos. Cucharas. Tenedores...
10

A lo que he investigado, el conclave conto siempre con uno de los utencilios mas necesarios para la eleccion de los papas desde que descubrieron a "Juana la Papisa", estoy hablando de lo que se le denomino como "la silla estercoraria" el cual era un taza de marmol antigua que era parte de los banos publicos en Roma, pero con el tiempo se llevo al vaticano para que los candidatos al papado a la hora de ser elegidos, pasaran a tomar este asiento y uno de los presentes tocara su organo masculino para comprobar si era en raelidad varon.

La elección del Papa Borgia (Alejandro VI)
Ningún cardenal se destacó durante la primera semana del cónclave.
El embajador florentino informaba a sus señores de que la
situación distaba mucho de estar clara; motivaciones y alianzas no
declaradas la complicaban. Un observador de Ferrara hizo una lista
de cuatro favoritos; el nombre de Rodrigo Borgia figuraba en el
último lugar. A pesar de todo, añadía este agudo observador, la inmensa
riqueza de Borgia podía hacerse finalmente con la elección.
¿No se había jactado de que tenía suficientes sacos de oro para llenar
con ellos la Capilla Sixtina? Cierto, era español y los romanos
aún tenían un amargo recuerdo del pontificado de su tío, pero el
cónclave se veía libre ahora de las interferencias exteriores.
El 10 de agosto por la tarde, Rodrigo Borgia había comprado ya
los votos de trece cardenales. Entre ellos se encontraban miembros
de las más antiguas y aristocráticas familias romanas, pero ninguno
vaciló en vender su voto al odiado extranjero, una vez seguro de
que se lo pagaría al precio pedido. Rodrigo Borgia utilizó con habilidad
sus riquezas, venciendo las sospechas de sus compañeros, a
los que había estafado en bloque Inocencio VIII. Un cáustico epigrama
recorrería después las calles de Roma: «Alejandro vende las
Llaves, el Altar, al mismo Cristo, y está en su derecho, pues los ha
comprado».11 Y era la pura verdad. Se pasó los cuatro primeros días
del cónclave regateando enérgicamente y reuniendo apoyos. Ascanio
Sforza, un neutral, era el único rival serio que seguía en pie.
Era también inmensamente rico y, al contrario que Borgia, contaba
con el apoyo de su familia, la dinastía remante en el gran ducado de
Milán.
El 10 de agosto por la tarde, Rodrigo Borgia se llevó aparte a su
11. Infessura, cap. X.
[Los Malos Papas E.R. Chamberlin p. 182]


rival para discutir en privado el asunto. Pero, ¿quién era capaz
de hacerle desistir? Ante Sforza desfiló una deslumbrante procesión
de sobornos. ¿Un arzobispado? ¿Una abadía? ¿Dinero contante
y sonante? ¿La vicecancillería? Sforza también sabía regatear, y obtuvo
de Borgia no sólo la vicecancillería, sino una buena cantidad
en metálico. Borgia le entregó esta última inmediatamente. Envió
una nota a su palacio, y, antes del alba, cuatro muías cargadas con
metal precioso —oro según unos, plata según otros— fueron depositadas
en el palacio de Sforza.
Quedaban todavía ocho cardenales tozudos, pero Borgia sólo necesitaba
un voto más. Su venta fue quizá la más repugnante de todas
las efectuadas en el cónclave, pues el vendedor fue el cardenal
de Venecia, que tenía entonces noventa y seis años. Al parecer, la
fiebre del oro había contagiado incluso a un hombre como él, que,
por razones evidentes, no podía esperar un largo disfrute del precio
de su simonía. Obtuvo una cantidad ridicula —cinco mil ducados—
en comparación con las cifras astronómicas que se barajaban, pero
su voto le dio a Borgia la mayoría necesaria. El Sacro Colegio puso
en marcha el mecanismo de la elección, elevó plegarias al Espíritu
Santo para que le guiara —ante las protestas de Sforza, que declaró
que todo aquello era una farsa—, y, poco después de la salida del
sol del día 11 de agosto, sacó de la urna el nombre del cardenal Rodrigo
Borgia.
«¡Soy papa, soy papa!», gritó excitado, y se apresuró a colocarse
las lujosas prendas. No hizo ninguna de las modestas protestas
que reclamaba la tradición. Al contrario, ordenó inmediatamente a
Burchard que preparase la impresión de octavillas con el texto «Tenemos
por papa a Alejandro VI, Rodrigo Borgia de Valencia» para
repartirlas entre la multitud que esperaba fuera. Una vez más, Borgia
demostró que la modestia hipócrita le era completamente ajena.
Los Píos, Inocencios o Clementes no eran para él. Eligió el nombre
que había llevado el conquistador pagano más grande de la Antigüedad.
[Los Malos Papas E.R. Chamberlin p. 183]


Nota: pido disculpas por la falta de acentos en las palabras, gracias.

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